miércoles, 14 de septiembre de 2016

7 FORMAS DE CONSENTIR A TU NIÑO INTERIOR




Cuando algo te hace reír hasta doblarte o llorar sin poder contenerte por más que te esfuerces; cuando te emocionas tanto que brincas y aplaudes o cuando te asustas y te tapas la cara; en todas esa reacciones incontrolables que nos hacen ser quienes somos se asoma nuestro niño interior, por eso saber cuidarlo y consentirlo es una de las claves para la felicidad y la estabilidad emocional. Recuerda que un niño interior que se siente amado y protegido se refleja en un adulto exterior pleno y satisfecho.



1. Deja de temerle al ridículo.
¿Tienes ganas de aprender a bailar salsa pero te da vergüenza? ¿Hay un concurso de dibujo al que quisieras entrar pero no te atreves? ¡Hazlo! El ridículo no existe, es una invención de los adultos para mantenerte sentado sin subir los codos a la mesa. Puedes hacer todo lo que quieras y si alguien intenta burlarte antes de sentirte avergonzado compadécete de su niño interior y de lo poco que se divierte.



2. Diles a tus padres que los amas.

De niños les decimos a nuestros padres que los amamos todo el tiempo, pero conforme crecemos dejamos de hacerlo, a veces dejamos incluso de llamarlos o visitarlos y, aunque en el día a día no lo sintamos, nuestro niño interior los extraña y extraña decírselos. No dejes pasar más tiempo para hacerlo. Si tus padres ya no están contigo ahora no es pretexto, siempre puedes escribirles una carta.

3. Pon el corazón en todo lo que hagas.

No importa si estás trabajando en la oficina, terminando tu rutina del gimnasio o comiendo una hamburguesa, pon toda tu pasión y tu intensión en ese momento. Tu niño interior sonríe cada vez que te entregas al presente sin importarte nada. 

4. Diviértete.

Encuentra el lado divertido de todas tus responsabilidades, nunca dejes de jugar porque dejar de jugar significa dejar de aprender. Aprovecha cada oportunidad que tengas para reír y para hacer reír a los demás. Los adultos no tienen porque ser aburridos ni serios, muchas veces solo es necesario que alguien relaje un poco la tensión para que afloren las risas.

5. Cultiva el asombro.

La peor parte de la adultez es que dejamos de asombrarnos pero eso no significa que el mundo deje de ser asombroso, sino que nosotros dejamos de prestarle atención. Observa bien a tu alrededor, todas las cosas son increíbles si sabes mirarlas. Cultivar el asombro significa tomarse un momento para realmente ver y comprender todo lo que ocurre a tu alrededor. 

6. Pregunta cuando no sepas y pide ayuda cuando la necesites.

Deja de hacerte el fuerte o el que lo sabe todo, no hay mejor forma de conectar con tu niño interior que aceptar tu vulnerabilidad. No siempre puedes solo y eso está bien, no hay nada de malo en pedir ayuda, al contrario, descubrirás lo maravillosa y cálida que puede ser la gente cuando nos acercamos con humildad y sin pretensiones.

7. Si te caes, levántate y vuélvete a subir.

Tu niño interior se levanta, se sacude las manos y vuelve al columpio si se cae. Tú, por el contrario, haz aprendido a darte la vuelta avergonzado y no volver a intentarlo. ¡No te hagas eso! Si fallas, abraza a tu niño interior y dile que todo estará bien e inmediatamente vuelvan a intentarlo juntos. 

Y por último, come muchísimo helado, brinca en los charcos y en la cama, ríete fuerte, abraza a la gente cuando sientas la necesidad de hacerlo, di siempre lo que piensas y lo que sientes; para ser tú mismo muchas veces solo basta con ser tú de niño.